








Le propuse regalarle unas copias para completar esa historia que tienen todos los gimnasios colgados en sus paredes.


Directos, ganchos de derecha... Las botas sobre la lona al danzar su particular baile. Miradas que intentan adivinar de donde viene el siguiente puñetazo. Cuerpos y caras esculpidos a base de entrenamientos y de golpes, sobre todo golpes.
En las películas clásicas, a los boxeadores normalmente se les adjudicaba el rol de perdedores, seres frágiles vapuleados por la vida .

La estética oscura, con colores densos casi negros, me permiten acercarme a ese mundo de ficción.
Tienen poco en común con aquellos personajes de película, lo poco que les une son sus rostros castigados y la valentía con que se enfrentan al próximo asalto.

Me quedan muchas tardes de historias y púgiles.









